miércoles, 15 de julio de 2009

De la dulzura angelical, a la maldad personificada

La figura del niño ha sido muy recurrida a lo largo de la historia del cine, encontramos a menores tanto en películas destinadas para el público infantil como en aquellas enfocadas a los adultos. Su papel ha sido cambiante en la gran pantalla, adaptándose a los tiempos, pero si hablamos del niño como personaje protagonista encontramos aquellos films dónde la bondad y la ternura aparecen reflejadas sobre la imagen del infante. Como ejemplo idóneo, tenemos un film español, "Marcelino, pan y vino" (1954) de Ladislao Vajda, apto para toda la familia.



Sin embargo, y totalmente opuesta a esa imagen angelical y dulce, que enternece los corazones de grandes y pequeños, encontramos películas en las que la simple imagen del menor está impregnada de maldad; gran parte del cine de terror presenta la figura del niño como ente maligno, es decir, su imagen es capaz de encarnar al mismo diablo, y su sola aparición en pantalla son sinónimos de muerte y destrucción. "La semilla del diablo" de Roman Polaskin, "Los niños del maíz" de Fritz Kiersh, "La profecía" de Richard Donner o los malvados niños de pelo blanco en "El pueblo de los malditos" de John Carpenter, son algunos ejemplos de cine con niños pero de temática dirigida al público adulto.

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